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Rashbi / Undécimo precepto

Undécimo precepto

244) El undécimo precepto es dar el diezmo (el 10% de lo producido, Maaser) de la tierra. Hay dos Mitzvot aquí: dar el diezmo de la tierra, y llevar los primeros frutos del árbol. Está escrito acerca del diezmo de la tierra que le fue permitido a Adam HaRishon. “Toda planta con semilla”, y acerca del primer fruto del árbol que le fue permitido a Adam HaRishon está escrito, “Todo árbol que lleva fruto de semilla”. ¿Por qué nos obligan estos versos a dar el diezmo y el primero fruto, para entregar al Creador y no comerlos, lo cual es opuesto a lo que indican?

Comer es clasificar las chispas sagradas de las Klipot. Por medio del acto de comer, las chispas sagradas de la comida se unen al alma del hombre como carne de su carne, y el desperdicio de la comida sale de su cuerpo. Finalmente, durante la vida de la persona, junta todas las sagradas chispas para completar el alma del hombre, sin lo cual su integridad sería deficiente. Está escrito en El Zohar que a Adam HaRishon no se le permitió comer carne, como está escrito, “Ve que te he dado toda planta con semilla sobre la faz de toda la tierra… para ti será de alimento”, y nada más que eso, nada de carne.

Sin embargo, cuando él pecó y la inclinación al mal fue absorbida por su cuerpo, a Noé se le dijo, “Lo mismo que les di la hierba verde, todo les doy, hasta la carne”. Adam HaRishon nació integro. Toda la integridad necesaria fue creada en él, con respecto a los animales, como está escrito, “Y el Señor Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba; y como el hombre llamaba a todo ser viviente, ese era su nombre”.

En otras palabras, él alcanzaba completamente cada uno de los nombres de los animales, porque estos eran clasificados para él totalmente. Por lo tanto, no le dieron animales para clasificar por medio del acto de comer, pues ya habían sido clasificados para él por Aquel que emana. Solamente el inanimado y el vegetativo carecían de escrutinio y por consiguiente, se le dio sólo la cosecha de la tierra para que la comiera y la clasificara a fin de recolectar las sagradas chispas de ella, que eran necesarias para complementarlo.

Pero luego del pecado del árbol del conocimiento, todos los escrutinios fueron dañados una vez más, y así como los órganos de su alma cayeron en las Klipot, todos los animales fueron dañados junto con él y tuvieron que ser clasificados nuevamente. Es debido a esto que a Noé se le entregaron animales para comer y para clasificar, así como a todas las generaciones que le seguirían.

Adam HaRishon fue creado a la imagen de Dios, lo cual son los Mojin en las cuatro secciones de los Tefilín y son su alma. Sin embargo, después de que nació a esta sagrada Neshamá (alma) por medio de las buenas obras, fue merecedor de escudriñar y elevar MAN, obtener Jayá y después, en el día del Shabat, Yejidá también, pues la iluminación superior se perdió solamente después del Shabat. Por lo tanto, se le permitió el diezmo y el primer fruto. Lo que es más, por medio del acto de comer el diezmo y el primer fruto, fue merecedor del escrutinio y de elevar MAN hasta que fue recompensado con Jayá y Yejidá.

Sin embargo, después del pecado del árbol del conocimiento, cuando todos los escrutinios fueron dañados nuevamente y la inclinación al mal fue absorbida por el Guf (cuerpo), el diezmo y el primer fruto quedaron prohibidos para nosotros, debido a la inclinación al mal dentro de nosotros, por temor a que impurifiquemos la santidad superior en ellos. En lugar de esto, debemos entregarlos a los sacerdotes y a los levitas. Cuando cumplamos con esas Mitzvot del diezmo y del primer fruto como se nos ha ordenado, tendremos la fuerza para elevar MAN y extender Mojin de Jayá en el día del Shabat, al igual que Adam HaRishon extendió por medio del acto de comer el diezmo y el primer fruto por sí mismo.

Este es el undécimo mandamiento, para separar el diezmo de la tierra, pues una vez que hemos atraído la luz de Neshamá, al ponernos los Tefilín, debemos elevar MAN a través de las dos Mitzvot del diezmo y del primer fruto para atraer Mojin de Jayá. Se deduce que Adam HaRishon extendió Mojin de Jayá al comer el diezmo y el primer fruto él mismo, pero a nosotros no se nos permite comerlos debido a la inclinación al mal en nuestro Guf, y en su lugar, se nos dio la Mitzvá de entregarlos a los sacerdotes y los levitas.

Con esto, también a nosotros nos entregaron la fuerza para atraer esos Mojin. El texto nos aporta evidencia que la escritura habla específicamente del diezmo y del primer fruto porque está escrito. “Ve que te he dado toda planta con semilla sobre la faz de toda la tierra”. También está escrito, “A los hijos de Levi, he aquí que yo les he entregado todo el diezmo en Israel”. Y al igual que allí se refiere al diezmo, en Adam HaRishon también se refiere al diezmo. Lo aprendemos también por el verso, “Así todo el diezmo de la tierra, de las semillas de la tierra y de los frutos del árbol son del Señor”.